Sábado por la mañana. José, un joven cerca de los 30 años, sube con dificultad la entrada principal de la montaña emblemática de la ciudad, la cual recuerda a una silla de montar. Está agitado, ya que le tomó como casi media hora de caminata. La base de la montaña es algo despejada, y desde allí, ya se puede tener una mejor perspectiva de la ciudad a la que se le atribuye como su "símbolo".
En la base, hay una colina, en cuya cima hay una pequeña estación de retransmisión de televisión, con una antena muy notoria. El área está cercada, impidiendo a José poder acercarse a ver un poco más. Aprovechando el descanso, toma un poco de agua, y revisa su Canon Rebel, con la cual piensa tomar unas buenas fotografías, para publicarlas en su perfil de Facebook e Instagram, con la intención de atraer seguidores. Revisa el cuerpo de la cámara; así como los objetivos.
—Veamos, tengo el 18-55mm para tomas generales, está el 55-300mm para un mejor acercamiento a los animales, si es que los veo —comentó así mismo, en lo que aprovecha para degustar una barra energética—. Creo que tengo todo en orden. Empiezo con el 18-55mm para tomas generales. Más arriba, cambio de lente.
El ascenso es un poco más cómodo, ya que hay un camino de concreto que guía al aventurero. Los primeros tramos del camino, están cubiertos por la extensa vegetación. Se me muy poco el panorama de la ciudad y alrededores. Frustrado, José aprovecha para tomar fotografías del camino; por igual de algunas flores y plantas. A la distancia, mira lo que parece ser un zorro, cruzando el camino de manera fugaz. José estalla en enojo, por no tener su cámara preparada. Prosigue con su camino.
Casi dos horas después, José llega a lo que se le conoce como "La Placa", el cual son los antiguos restos de un teleférico que estaba en la montaña. Desde el techo de La Placa, se puede observar el panorama completo de la ciudad. Emocionado, José toma varias fotografías. En el mismo acto, cambia de objetivo, por su gran angular, para poder capturar en imágenes, las aves que vuelan a su alrededor.
El lugar está solo, cuando usualmente, esta concurrido a esas horas. Pero José, lo pasa por alto. Al contrario, para él, es mejor, ya que casi no le gusta estar entre tanta gente. Se sienta en la orilla del techo, para relajarse.
«Al fin, un poco de paz, de entre tanta hostilidad en casa. Si me hubiera quedado allí, como siempre, creo que ahorita ya me estuviera volviendo loco. No sé como he podido soportar todo esto, ya casi diez años, y no puedo creer que sigamos en lo mismo. O es masoquismo, o no sé como poder llamarlo», piensa José, con una actitud seria, en lo que contempla el paisaje.
—¡Hay que seguir!, por que hay muchas fotografías que tomar —dijo a él mismo, en lo que estira un poco su cuerpo, en señal de relajación—. Nunca he llegado más arriba, creo que, caminaré más, para ver que puedo encontrar. Todo sea por unas buenas fotografías.
José retoma de nuevo el camino, el cual es muy serpenteante. Poco a poco, el techo de la placa, va quedando atrás, y el camino se vuelve un poco más inclinado, difícil. Los árboles comienzan a impedir un poco la luz del sol. El ambiente cambia un poco, como si fuera el de un bosque templado. Intrigado por lo que pudiera ver adentro, entre los árboles, José decide salir del camino.
El suelo lodoso y plagado de hierba, dificulta el paso del joven, causando además; mucho ruido con sus pisadas.
Metros de distancia, algo deambula. Escucha los pasos de José, y de inmediato se orienta para poder localizarlo. Moviéndose de una manera sigilosa, escondido entre la vegetación, lo que sea que está buscando a José, finalmente logra un contacto visual a la distancia. El joven está de espaldas, descuidando su retaguardia. Esta cosa, se mueve con más sigilo, y rodea a José, mientras se mantiene escondido entre la vegetación. Emite pequeños gruñidos, y aparentemente ronronea, como un gato.
Mientras tanto, José trata de fotografiar unas aves a la distancia. Está distraído. Revisa su cámara y hace gestos de molestia: no son buenas tomas. Se mantiene inadvertido del peligro, en lo que reconfigura algunos aspectos de su cámara.
—Prefiero estar aquí, y batallar por conseguir unas buenas fotos, que estar en casa, aguantando lo mismo de siempre —comentó José en voz baja, y con molestia.
La misma cosa que está acechando a José, está viendo al joven, desde su lado izquierdo. Emite unos sonidos parecidos a aves. Mira como José busca la fuente de los sonidos. Esta cosa, salta de entre los arbustos, y se revela ante el indefenso joven.
José toma una fotografía por instinto, como una reacción al susto que se está llevando: una criatura como un saurópsido bípedo, de unos tres metros se alto y nueve de largo, con una cola larga, espinas que le salen de la espalda, y un rostro muy parecido al de un dinosaurio. Los pies de la criatura son digitígrados, con tres dedos, y en las manos, con cinco dedos y garras afiladas. El cuerpo está cubierto de escamas con aspecto duro. Esta criatura mira fijamente a José, en lo que de su hocico, le escurre saliva, como si estuviera saboreándolo.
José permanece inmóvil en lo contempla al animal extraño. Por accidente, vuelve a presionar el botón de disparo de su cámara, produciendo su sonido característico. Esto parece molestar al extraño y peculiar animal, ya que emite un rugido penetrante, abriendo totalmente su boca, revelando una larga lengua bífida, y con grandes dientes curvados hacía atrás.
José corre a toda velocidad, en lo que la criatura permanece en su lugar. Tal parece que le está dando una "oportunidad" a José de que corra, tal vez para su propia diversión. Habiendo esperado algo de tiempo, la criatura corre a toda velocidad, demostrando que sus piernas son fuertes y musculosas.
A metros de distancia, José corre como puede, tratando de no caer entre el rocoso suelo. No encuentra el camino del cual se separó. Está desesperado. La criatura lo sorprende por su costado derecho, rasgándolo con sus garras, cortando la correa de su cámara ,y haciendo que esta caiga, siendo pisada por el monstruo.
José también resulta lesionado con un corte superficial cerca del cuello, por lo que sangra. Sigue corriendo lejos del monstruo, el cual, lo persigue a la distancia. José mira para todos lados, está rodeado de pura vegetación. No hay salida. En ello, la criatura le da un latigazo con su cola al joven, lanzándolo metros de distancia, cayendo contra unas rocas grandes.
El joven queda un poco aturdido, y sobre todo, inmovilizado, al parecer, el fuerte impacto le fracturó un pie. Revisa su mochila para intentar tomar su teléfono, pero este está destruido. José mira a la criatura acercándose lentamente. Toma lo que tiene en la mochila, y se lo lanza, con la esperanza de distraer al animal. Al acabarse todo, le lanza la propia mochila, pero el resultado es el mismo. La criatura tiene un interés peculiar en José.
Indefenso, José solo espera lo peor. La criatura está frente a él, y lo contempla. Emite de nuevo un rugido penetrante. Lo último que ve el joven, es esa boca con dientes y esas garras afiladas viniendo hacía él.
Esta historia es una versión novelizada de un corto que realicé hace tiempo, llamado Carnivore, cuyo link a mi canal de YouTube lo puedes encontrar a continuación, donde te invito a revisar mi contenido, si quieres apoyar al canal con tu like y subscripción, lo agradecería mucho.
LINKS HISTORIAS PASADAS:
En inglés:
0 Comentarios